domingo, 20 de julio de 2008

el golpe en etapa demaduración

Página/12 - 20-07-08
OPINIONPor Rubén Dri *
Hay un sagrado temor a decir las cosas por su nombre. No se puede decir “corporaciones agrarias”, sino “campo”, que es la palabra correcta. No se puede decir que quienes han desabastecido al país y han empleado la violencia contra todos los opositores atentan contra la democracia, porque el “campo” es democrático; no se puede decir que llevan un proceso golpista que ya se encuentra en su última fase, porque ello sería ser llevado de las narices por un presidente chantajista.
Bueno, hay que ser claro. El sometimiento del Estado a las corporaciones, que eso y no otra cosa es el golpe, está en su última fase. Por supuesto que quienes han votado con la Sociedad Rural, eso no sólo no lo pueden ver, sino que no existe ni nunca existió. Han simulado que se debatía nada más que las retenciones, proponiendo retenciones segmentadas, cuando desde hace mucho ése no era, ni es, ni nunca fue el problema, sino que siempre fue y sigue siendo eminentemente político.
El núcleo del problema siempre fue si el Estado ha de regir la política nacional y, en consecuencia, ha de intervenir en el mercado, o si son las grandes corporaciones las que han de ser rectoras sin límites. En una palabra, si se vuelve al más agresivo neoliberalismo o si éste será por lo menos atemperado mediante intervenciones del Estado.
Esta denominada “nueva derecha”, que es la de siempre, la que lideró todos los golpes de Estado, pero con métodos nuevos, es por esencia golpista o, para decirlo con palabras que no hieran tanto los castos oídos de tantos ciudadanos democráticos, siempre fue, es y será alérgica a todo lo que sea respeto por las instituciones democráticas.
En ese sentido se comete un error cuando se la piensa en términos electorales y se teme, por ejemplo, que arrasen en las próximas elecciones legislativas. Se ignora, o se pretende ignorar, que a esa derecha, la de la Sociedad Rural y demás corporaciones denominadas eufemísticamente “el campo”, no les preocupan las elecciones. Por otra parte, los candidatos que podrían tener son realmente impresentables.
No les interesan las elecciones, porque no es allí donde se disputa el poder. Ellas lo disputan en serio y saben cómo ejercerlo y lo están haciendo a la vista de todos. Si hay que cortar rutas, las cortan; si hay que desabastecer, lo hacen; si hay que agredir a quienes ven como contrarios lo hacen. Tienen todos los grandes medios de comunicación a su disposición. Nunca les va a faltar un Joaquín Morales Solá o un Mariano Grondona.
No tienen que esforzarse en organizar un partido político. Cuando necesiten intervenir en el Poder Legislativo nunca les faltarán candidatos dispuestos a seguir sus instrucciones. Siempre habrá un Cobos esperando las órdenes necesarias.
* Filósofo, profesor consulto de la Facultad de Ciencias Sociales (UBA).

domingo, 15 de junio de 2008

...No se llora nunca el ayer ni a los que no están...en el recuerdo de las cosas lindas compartidas..."

..."Miles de años de injusticia deformaron a los hombres,los hicieron malos, egoístas, monstruos. Fomentaron la ignorancia y la lucha entre todos los hombres destruyendo el espíritu de solidaridady cooperación que tanto ennoblece a los seres humanos. Por éso la lucha es larga y aún lo será muchos más.Yo quisiera que terminara mañana ú hoy mismo, pero éso es un deseo y no una posibilidad.Todo ésto te lo digo para que entiendas que debés ver al mundo con la dimensión que tiene, saber que todo lo que somos y lo que tenemos, no importa si mucho ó poco, tiene una historia. No llevamos cadenas porque otras generaciones lucharon y murieron para que no las llevemos, ya no nos matan las pestes porque otras generaciones estudiaron y trabajaron para hacer avanzar la medicina, la química, la biología. No sufrimos los fríos y los calores, la falta de techos, etc...porque otras generaciones hicieron avanzar la técnica y las ciencias en general para que no desapareciéramos. ....Todo ésto, resulta del trabajo de generaciones y ellas pesann en nuestra conciencia...un mandato para seguir empujando la rueda de la historia.... ... Se está lejos, muy lejos del mundo que soñamos, pero el nuestro lo vamos construyendo, en cambio al de ellos se les va aflojando los ladrillos. Injusticia que no paremos nosotros, la sufrirán ustedes, estudiantes que caigan hoy, no caerán mañana, hombres que vean claro hoy, cubrirán el vacío que dejan los que se van. Ese es el mundo de las luchas polpulares y hoy y siempre me tenés que ver en ellas, mientras ellas existan, existe papá como yo los veo a ustedes en cada niño y en cada jóven..... Nosotros tenemos porvenir porque nos queremos cerca ó distantes, que lloren ellos que carecen de futuro y se odian hasta el desprecio..."
GAR - 1969.

miércoles, 11 de junio de 2008

LA NUEVA DERECHA.

La Carta Abierta/3 fue presentada ayer por un amplio colectivo de intelectuales



LA NUEVA DERECHA
En el texto que aquí se publica, el espacio conformado por más de 1500 personas de la cultura, la educación, las ciencias y las artes vuelve a pronunciarse sobre la actual situación política. Ahora examina el surgimiento y las características de una “nueva derecha”, un actor social que se piensa “contra la política”, que “reclama eficiencia y no ideología” en defensa de “los poderes existentes”.
¿Cómo se puede reclamar la nacionalización del petróleo cuando la lucha que se despliega es contra una medida progresiva de índole impositiva? ¿Cómo se puede llamar a la lucha contra la pobreza con aliados que expresan las capas más tradicionales de las clases dominantes? Algo ha sucedido en los vínculos entre las palabras y los hechos: un disloque. Los símbolos han quedado librados a nuevas capturas, a articulaciones contradictorias, a emergencias inadecuadas. Ningún actor político puede declararse eximido de haber contribuido a esa separación. Las situaciones críticas obligan a preguntarse qué palabras les corresponden a los nuevos hechos. Entre las batallas pendientes en la cultura y la política argentina, está la de nombrar lo que ocurre con actos fundados en una lengua crítica y sustentable. Sin embargo, hoy las palabras heredadas suelen pronunciarse como un acto de confiscación. Cualquier cosa que ahora se diga vacila en aportar pruebas de su enraizamiento en expectativas sociales reales. Parece haber triunfado la “operación” sobre la obra, el parloteo sobre el lenguaje.
“Clima destituyente” hemos dicho para nombrar los embates generalizados contra formas legítimas de la política gubernamental y contra las investiduras de todo tipo. Una mezcla de irresponsabilidad y de milenarismo de ocasión sustituyó la confianza colectiva. “Nueva derecha” decimos ahora. Lo decimos para nombrar una serie de posiciones que se caracterizan por pensarse contra la política y contra sus derechos de ser otra cosa que gestión y administración de los poderes existentes. Una derecha que reclama eficiencia y no ideología, que alega más gestión que valores –y puede coquetear con todo valor–, que invoca la defensa de las jerarquías existentes, aunque se inviste miméticamente de formas y procedimientos asamblearios y voces sacadas de las napas prestigiosas de las militancias de ciclos anteriores. Esa derecha impugna la política como gasto superfluo y como enmascaramiento, pero es cierto que la impugna con más dureza cuando la política pretende intervenir sobre la trama social. Tiene distintas inflexiones: desde la ilusoria eficiencia empresarial del macrismo hasta el intercambio directo de dones y rentas imaginado en Gualeguaychú, sin Estado, ni partidos, sólo con golpes de transparencia contra lo que llaman obstáculos.
Transparencia social imposible, como no sea bajo un régimen coercitivo, que expresa su desprecio hacia la política como capacidad transformadora, como intervención activa sobre la vida en común. De ese vaciamiento son responsables, también, los profesionales de la política que priorizaron sus propios intereses mientras sostenían un discurso de lo público. Demasiado tiempo vino degradándose el lenguaje político como para que no surgieran mesianismos vicarios y vaticinios salvadores que en vez de redimir el conocimiento político son el complemento milenarista del espontaneísmo soez. La nueva derecha viene a decir que eso no está mal y que se debe llevar a sus últimas consecuencias, disolviendo la instancia misma de la política. Es fundamentalmente destituyente: vacía a los acontecimientos de sentido, a los hechos de su historicidad, a la vida de sus memorias. Por eso atraviesa fronteras para buscar terminologías en sus antípodas. Es una nueva derecha porque, a diferencia de las antiguas derechas, no es literal con su propio legado sino que puede recubrirse, mimética, con las consignas de la movilización social.
La nueva derecha puede agitar florilegios de izquierdas recreadas a último momento como préstamo de urgencia o anunciar compromisos caros a las luchas sociales de la historia nacional, sea Grito de Alcorta, sea la gesta de Paso de los Libres en 1933, sean las asambleas de 2001. Es una nueva derecha veteada de retazos perdidos, pero no olvidados, de antiguas lenguas movilizadoras. Condena el vínculo vivo de las personas y las sociedades con el pasado, llamando a un ilusorio puro presente que podría desprenderse de esas capas anteriores. Lo hace, incluso, cuando trae símbolos de ese pasado, sujetándolos a relaciones que los niegan o vacían. Cita al pasado como una efemérides al paso. Será jauretcheana si cuadra, aplaudirá a Madres de Plaza de Mayo si lo ve oportuno, dirá que adhiere a Evo Morales si se la apura, y no le faltará impulso para aludir a los mayos y los octubres de la historia. Mimetismo bendecido, tolerado: es la nueva derecha que ensaya el lenguaje total de la movilización con palabras prestadas. Procede por expurgación y despojo, restándole a la realidad algunas de las capas que la constituyen y presentando en una supuesta lisura la vida en común. En ella no hay espesor, diferencias, desigualdades, violencias ni explotación; ella habla del “campo”, trazándonos un dibujo bucólico de pioneros esforzados de la misma manera que considera la pobreza y el hambre como desgracias naturales o como penurias redescubiertas para sostener una mala conciencia de escuderos novedosos de los poderes agrarios tradicionales.
En la nueva derecha reina lo abstracto, pero con la lengua presunta de lo concreto: precisamente la que hablan los medios de comunicación. A la trama moral de las acciones la tornan escándalo moral, denuncismo de sabuesos que dejan saber que las sospechas generalizadas sobre la vida política son instrumentos que pueden sustituir un pensar real. En ella se trata de reivindicar la honestidad de los ciudadanos-consumidores, su espontaneidad expresiva ante las manipulaciones de la vieja política; transparentar es su grito, mostrar un supuesto lenguaje sin espesura es su lema. Sin obstáculos, sin pliegues. Sus lenguajes apuntan a vaciar de contenido historias y memorias de la misma manera que buscan desmontar cualquier relación entre universo reflexivo-crítico y política transformadora. Devastación del mundo de la palabra en nombre de la brutalización massmediática; simplificación de la escena cultural de acuerdo con la continua mutilación de la densidad de los conflictos sociales y políticos.
La nueva derecha es ahora un conjunto de procedimientos y de prácticas que se difunden peligrosamente en las más diversas alternativas políticas. La aceptación de que la escena la construyen los medios de comunicación lleva a un tipo de intervención pública tan respetuosa de ese poder como sumisa respecto de las palabras hegemónicas. Hace tiempo que los estilos comunicacionales habituales recurren al intercambio de denuncias como una cifra moral, que parece menos un proyecto compartible de refundar la política en la autoconciencia pública emancipada que en la circulación de un nuevo “dinero” basado en un control de la política por la vía de un moralismo del ciudadano atrincherado, temeroso, ausente de los grandes panoramas históricos. Moralismo de estrechez domiciliaria, pertrechada, víctima de miedos construidos y de oscuros deseos de resarcimiento. Es un viaje que parece no tener retorno hacia la espectacularización de una conciencia difusa de represalia. Es un recelo que va quedando despojado de contenidos, como no sean los parapetos medrosos de un pensamiento consignatario. Todo lo que implica la misma incapacidad para descubrir que lo que llaman “opinión pública”, que en ciertos momentos de la historia es un acatamiento a lo que habla por ella más de lo que ella balbucea de sí misma.
La nueva derecha se inviste con el ropaje de la racionalidad ciudadana, adopta los giros de lenguaje y los deseos más significativos de una opinión colectiva sin la libertad última para ver que encarna los miedos de una época despótica y violenta. Un intenso intercambio simbólico viene a sellar así la alianza entre la nueva derecha, los medios de comunicación hegemónicos y el “sentido común” más ramplón que atraviesa a vastos estratos de las capas medias urbanas y rurales del que tampoco es ajeno un mundo popular permanentemente hostigado por esas discursividades dominantes.
Lo que sucede en Bolivia, quizás el escenario más complejo de la región, debe alertarnos. No porque sean equivalentes los fenómenos sociales y políticos sino porque el tipo de confrontación que las derechas bolivianas despliegan advierten sobre cuánto se puede decidir no respetar la voluntad popular, aun apelando a frenesís plebiscitarios. En la Argentina no estamos ante un escenario de esa índole, pero sí asistiendo a la emergencia de nuevos fenómenos políticos reactivos y conservadores, que atraviesan partidos políticos populares y organizaciones sociales. Todo trastabilla ante la cuerda subterránea que tienden las nuevas derechas. La señora cansada del conflicto, el locutor de la noche harto de la refriega, el pequeño rentista fastidiado de las listas electorales que había votado. Las nuevas derechas ejercen su señorío como una forma de desencanto, llamando al desapego generalizado. El ser social, por fin saturado de las dificultades de una época, llama bajo su forma reactiva a no pensar la dificultad sino a refugiarse en la desafección política, en el módico mesianismo al borde de las rutas. Proclaman que actúan por dignidad cuando son economicistas, y son economicistas cuando demuestran que ésa es la nueva forma de la dignidad.
Atraviesan así toda la materia sensible de este momento de la historia nacional. Su frase predilecta, “no me metan la mano en el bolsillo”, hace de los actos legítimos de regulación de las rentas extraordinarias de la tierra una ignominiosa expropiación. Trata un bien nacional, como la productividad del suelo, como cosa meramente privada. Otras frases reiteran: “Está loca”, e incluso se ha escuchado en la televisión de la noche de los domingos: “Es satánico”. Se interpreta la intervención del Estado en el mercado en la clave de una psiquiatría obtusa de revista de peluquería, de chistoso de calesita o de pitonisa de boudoir. Menos se dice “hay que matarlos”, pero aparece en los añadidos que publican algunos periódicos cuando termina la redacción de sus propios artículos y comienza la carnicería opinativa en un anonimato electrónico sediento de desquite. ¿Ante quién?, ¿para qué? No le importan las respuestas a una nueva derecha que recobra el linaje de las más impiadosas que tuvo el país. Ha soltado la lengua, pero aprendió a decir primero “armonía” y diálogo”, mientras no ocultan la sonrisa sobradora cuando escuchan que se les dice: “¡Y pegue, y pegue!”.
Se considera una redención el uso del lenguaje más incivil del que se tenga memoria en las luchas sociales argentinas. Con impunidad lo han tomado, con rápido gesto de arrebatadores, del desván de los recuerdos y de las historias de gestas desplegadas en nombre de un ideal más igualitario. En un sorprendente movimiento de apropiación para travestirla en su beneficio, han movilizado la memoria de los oprimidos en función de sostener el privilegio de unos pocos, vaciando, hacia atrás, todo sentido genuino, buscando inutilizar una tradición indispensable a la hora de restablecer el vínculo entre las generaciones pasadas y los nuevos ideales emancipatorios.
Es una operación a partir de la cual se definen las lógicas emergentes de esa nueva derecha que no duda en reclamar para sí lo mejor de la tradición republicana y democrática; es una nueva derecha que no se nombra a sí misma como tal, que elude con astucia las definiciones al mismo tiempo que ritualiza en un mea culpa de pacotilla sus responsabilidades pasadas y presentes con lo peor de la política nacional, bendecida por frases evangélicas que llaman oscuramente a la vindicta de los poderosos que aprendieron a hablar con préstamos del lenguaje de los perseguidos. Lo han hecho en otros momentos cruciales de la historia nacional. La nueva derecha inversionista ha comenzado por invertir el significado de las palabras. ¿Por qué no lo harían ahora?
Ante eso, es necesario recuperar otra idea de política, otro vínculo entre la política y las clases populares, y otra ilación entre hechos y símbolos. Si la nueva derecha reina en una sociedad mediatizada, una política que la confronte debe surgir de la distancia crítica con los procedimientos mediáticos. Si la nueva derecha no temió enarbolar la amenaza del hambre (como consecuencia de su desabastecedor plan de lucha), otra política debe situar al hambre, realidad dramática en la Argentina, como problema de máxima envergadura y desafío a resolver. Es cierto que, visiblemente, hoy no son muchos los que aceptan enarbolar blasones de derecha. Hay que buscarla en todos los lenguajes disponibles, en todos los partidos existentes, en todas las conductas públicas que puedan imaginarse. Los pendones que la conmueven pueden ser frases como éstas: “La nueva nación agraria como reserva moral de la nación”. Es el viejo tema de las nuevas derechas y la identificación, también antigua, de patria y propiedad, de nación y posesión de la tierra. Es el concepto de reserva moral como liturgia última que sanciona tanto el “fin del conflicto” como un tinglado modernizante que no vacila en expropiar los temas del progresismo, pero para desmantelar lugares y memorias. Es una gauchesca de bolsa de cereales como acorde poético junto al horizonte del nuevo empresariado político. Podrán leer a la ida el Martín Fierro y a la vuelta los consejos de Berlusconi.
Los nuevos hombres “laboriosos”, persignados fisiócratas, se indignan porque hay Estado y hay vida colectiva que se resiste a vulnerar la vieja atadura entre las palabras y las cosas. Pero esto ocurre porque la materia ideológica, con sus venerables arabescos y citas célebres, ha quedado deshilvanada, reutilizada en rápidos collages de las nuevas estancias conservadoras del lenguaje. ¿Cómo descubrirlas? Su localización es la ausencia de nervadura social, pues se trata de desplegar para la Argentina futura una nueva cultura social con un único territorio, el de las rentas extraordinarias que desea percibir una nueva clase, interpretando estrechamente las graves necesidades alimentarias del mundo. Parecen campesinos, parecen chacareros, parecen pequeños propietarios, parecen hombres de campo protagonizando una gesta. Pero no son ilusiones estas nuevas creaciones políticas de indesmentible base social nueva. Sin los tractores embanderados, brusca señalización del paisaje que atrae por la carencia de todo matiz, de todo signo mediador. La nueva clase teatraliza una rebelión campesina, pero traza un nuevo destino conservador para la Argentina. Marcha con vocablos fuera de su eje, en una combinación entremezclada que pone en escena la fusión entre formas morales de revancha y captura jocosa de los símbolos del progresismo social.
Asistimos a un remate general de conceptos. Nociones tan complejas como la de “patria agraria”, “Argentina profunda”, “nuevo federalismo”, han resurgido de un arcón honorable de vocablos, cuando significaron algo precioso para miles y miles de argentinos para salir hoy a la luz como mendrugo de astucia y oportunismo. Como en los posmodernismos ya transcurridos, vivimos la sensación de que en el reino de los discursos políticos e ideológicos “todo es posible de darse”. Las palabras parecen las mismas, pero se han dislocado bajo una matriz teleteatral y un recetario de cruces de saltimbanqui, legalizados por la escena primordial de cámaras que infunden irrealidad y deserción de la historia en sus recolecciones vertiginosas. Un nuevo estado moral de derecha surge del neoconservadurismo que reordena los valores en juego, luego de que ha tramitado un liberalismo reaccionario y un modernismo que propone conceptos de la sociedad de la información para hacerlos marchar hacia un nuevo consenso disciplinador y desinformante.
Un nuevo sentido común producido por los tejidos tecnoinformativos nutre así el círculo de captura de imágenes y discursos. Se habla como lo hace la llamada “sociedad del conocimiento”, y ésta habla como lo hacen previamente quienes ya fueron tocados por la conquistada neoparla que insiste en estar “fuera de la política”, pero munidos de jergas sustitutivas de la experiencia pública. Hasta el modo de ir a los actos políticos es puesto bajo la grilla admonitoria de un juez del Olimpo que dictamina los momentos de supuesta “falsa conciencia” de miles de conciudadanos que no poseerían la legítima pasión espontánea de los refundadores del nuevo federalismo sin historia, sin Estado, sin instituciones, sin sujeto. El descrédito de lo político comienza por destituir a las masas populares y sus imperfectas maneras, para hacer pasar por buenas sólo las supuestas movilizaciones pastoriles roussonianas, efectivamente multitudinarias, que mal se sostienen bajo las diversas modalidades del tractorazo, más amenazante que bucólico.
Una república agroconservadora despliega entonces sus banderas de “nuevo movimiento social”. Tienen todo el derecho a expresarse, pero el examen democrático del gigantesco operativo que han emprendido debe ser también interpretado. Se trata de sustituir un pueblo que consideran inadecuado con otro vestido con galas de revolución conservadora. Hay suficientes ejemplos en la historia del país y en las memorias constructoras de justicia para decir que no lo lograrán.La Carta Abierta/3 fue presentada ayer por un amplio colectivo de intelectuales
La nueva derecha

En el texto que aquí se publica, el espacio conformado por más de 1500 personas de la cultura, la educación, las ciencias y las artes vuelve a pronunciarse sobre la actual situación política. Ahora examina el surgimiento y las características de una “nueva derecha”, un actor social que se piensa “contra la política”, que “reclama eficiencia y no ideología” en defensa de “los poderes existentes”.
¿Cómo se puede reclamar la nacionalización del petróleo cuando la lucha que se despliega es contra una medida progresiva de índole impositiva? ¿Cómo se puede llamar a la lucha contra la pobreza con aliados que expresan las capas más tradicionales de las clases dominantes? Algo ha sucedido en los vínculos entre las palabras y los hechos: un disloque. Los símbolos han quedado librados a nuevas capturas, a articulaciones contradictorias, a emergencias inadecuadas. Ningún actor político puede declararse eximido de haber contribuido a esa separación. Las situaciones críticas obligan a preguntarse qué palabras les corresponden a los nuevos hechos. Entre las batallas pendientes en la cultura y la política argentina, está la de nombrar lo que ocurre con actos fundados en una lengua crítica y sustentable. Sin embargo, hoy las palabras heredadas suelen pronunciarse como un acto de confiscación. Cualquier cosa que ahora se diga vacila en aportar pruebas de su enraizamiento en expectativas sociales reales. Parece haber triunfado la “operación” sobre la obra, el parloteo sobre el lenguaje.
“Clima destituyente” hemos dicho para nombrar los embates generalizados contra formas legítimas de la política gubernamental y contra las investiduras de todo tipo. Una mezcla de irresponsabilidad y de milenarismo de ocasión sustituyó la confianza colectiva. “Nueva derecha” decimos ahora. Lo decimos para nombrar una serie de posiciones que se caracterizan por pensarse contra la política y contra sus derechos de ser otra cosa que gestión y administración de los poderes existentes. Una derecha que reclama eficiencia y no ideología, que alega más gestión que valores –y puede coquetear con todo valor–, que invoca la defensa de las jerarquías existentes, aunque se inviste miméticamente de formas y procedimientos asamblearios y voces sacadas de las napas prestigiosas de las militancias de ciclos anteriores. Esa derecha impugna la política como gasto superfluo y como enmascaramiento, pero es cierto que la impugna con más dureza cuando la política pretende intervenir sobre la trama social. Tiene distintas inflexiones: desde la ilusoria eficiencia empresarial del macrismo hasta el intercambio directo de dones y rentas imaginado en Gualeguaychú, sin Estado, ni partidos, sólo con golpes de transparencia contra lo que llaman obstáculos.
Transparencia social imposible, como no sea bajo un régimen coercitivo, que expresa su desprecio hacia la política como capacidad transformadora, como intervención activa sobre la vida en común. De ese vaciamiento son responsables, también, los profesionales de la política que priorizaron sus propios intereses mientras sostenían un discurso de lo público. Demasiado tiempo vino degradándose el lenguaje político como para que no surgieran mesianismos vicarios y vaticinios salvadores que en vez de redimir el conocimiento político son el complemento milenarista del espontaneísmo soez. La nueva derecha viene a decir que eso no está mal y que se debe llevar a sus últimas consecuencias, disolviendo la instancia misma de la política. Es fundamentalmente destituyente: vacía a los acontecimientos de sentido, a los hechos de su historicidad, a la vida de sus memorias. Por eso atraviesa fronteras para buscar terminologías en sus antípodas. Es una nueva derecha porque, a diferencia de las antiguas derechas, no es literal con su propio legado sino que puede recubrirse, mimética, con las consignas de la movilización social.
La nueva derecha puede agitar florilegios de izquierdas recreadas a último momento como préstamo de urgencia o anunciar compromisos caros a las luchas sociales de la historia nacional, sea Grito de Alcorta, sea la gesta de Paso de los Libres en 1933, sean las asambleas de 2001. Es una nueva derecha veteada de retazos perdidos, pero no olvidados, de antiguas lenguas movilizadoras. Condena el vínculo vivo de las personas y las sociedades con el pasado, llamando a un ilusorio puro presente que podría desprenderse de esas capas anteriores. Lo hace, incluso, cuando trae símbolos de ese pasado, sujetándolos a relaciones que los niegan o vacían. Cita al pasado como una efemérides al paso. Será jauretcheana si cuadra, aplaudirá a Madres de Plaza de Mayo si lo ve oportuno, dirá que adhiere a Evo Morales si se la apura, y no le faltará impulso para aludir a los mayos y los octubres de la historia. Mimetismo bendecido, tolerado: es la nueva derecha que ensaya el lenguaje total de la movilización con palabras prestadas. Procede por expurgación y despojo, restándole a la realidad algunas de las capas que la constituyen y presentando en una supuesta lisura la vida en común. En ella no hay espesor, diferencias, desigualdades, violencias ni explotación; ella habla del “campo”, trazándonos un dibujo bucólico de pioneros esforzados de la misma manera que considera la pobreza y el hambre como desgracias naturales o como penurias redescubiertas para sostener una mala conciencia de escuderos novedosos de los poderes agrarios tradicionales.
En la nueva derecha reina lo abstracto, pero con la lengua presunta de lo concreto: precisamente la que hablan los medios de comunicación. A la trama moral de las acciones la tornan escándalo moral, denuncismo de sabuesos que dejan saber que las sospechas generalizadas sobre la vida política son instrumentos que pueden sustituir un pensar real. En ella se trata de reivindicar la honestidad de los ciudadanos-consumidores, su espontaneidad expresiva ante las manipulaciones de la vieja política; transparentar es su grito, mostrar un supuesto lenguaje sin espesura es su lema. Sin obstáculos, sin pliegues. Sus lenguajes apuntan a vaciar de contenido historias y memorias de la misma manera que buscan desmontar cualquier relación entre universo reflexivo-crítico y política transformadora. Devastación del mundo de la palabra en nombre de la brutalización massmediática; simplificación de la escena cultural de acuerdo con la continua mutilación de la densidad de los conflictos sociales y políticos.
La nueva derecha es ahora un conjunto de procedimientos y de prácticas que se difunden peligrosamente en las más diversas alternativas políticas. La aceptación de que la escena la construyen los medios de comunicación lleva a un tipo de intervención pública tan respetuosa de ese poder como sumisa respecto de las palabras hegemónicas. Hace tiempo que los estilos comunicacionales habituales recurren al intercambio de denuncias como una cifra moral, que parece menos un proyecto compartible de refundar la política en la autoconciencia pública emancipada que en la circulación de un nuevo “dinero” basado en un control de la política por la vía de un moralismo del ciudadano atrincherado, temeroso, ausente de los grandes panoramas históricos. Moralismo de estrechez domiciliaria, pertrechada, víctima de miedos construidos y de oscuros deseos de resarcimiento. Es un viaje que parece no tener retorno hacia la espectacularización de una conciencia difusa de represalia. Es un recelo que va quedando despojado de contenidos, como no sean los parapetos medrosos de un pensamiento consignatario. Todo lo que implica la misma incapacidad para descubrir que lo que llaman “opinión pública”, que en ciertos momentos de la historia es un acatamiento a lo que habla por ella más de lo que ella balbucea de sí misma.
La nueva derecha se inviste con el ropaje de la racionalidad ciudadana, adopta los giros de lenguaje y los deseos más significativos de una opinión colectiva sin la libertad última para ver que encarna los miedos de una época despótica y violenta. Un intenso intercambio simbólico viene a sellar así la alianza entre la nueva derecha, los medios de comunicación hegemónicos y el “sentido común” más ramplón que atraviesa a vastos estratos de las capas medias urbanas y rurales del que tampoco es ajeno un mundo popular permanentemente hostigado por esas discursividades dominantes.
Lo que sucede en Bolivia, quizás el escenario más complejo de la región, debe alertarnos. No porque sean equivalentes los fenómenos sociales y políticos sino porque el tipo de confrontación que las derechas bolivianas despliegan advierten sobre cuánto se puede decidir no respetar la voluntad popular, aun apelando a frenesís plebiscitarios. En la Argentina no estamos ante un escenario de esa índole, pero sí asistiendo a la emergencia de nuevos fenómenos políticos reactivos y conservadores, que atraviesan partidos políticos populares y organizaciones sociales. Todo trastabilla ante la cuerda subterránea que tienden las nuevas derechas. La señora cansada del conflicto, el locutor de la noche harto de la refriega, el pequeño rentista fastidiado de las listas electorales que había votado. Las nuevas derechas ejercen su señorío como una forma de desencanto, llamando al desapego generalizado. El ser social, por fin saturado de las dificultades de una época, llama bajo su forma reactiva a no pensar la dificultad sino a refugiarse en la desafección política, en el módico mesianismo al borde de las rutas. Proclaman que actúan por dignidad cuando son economicistas, y son economicistas cuando demuestran que ésa es la nueva forma de la dignidad.
Atraviesan así toda la materia sensible de este momento de la historia nacional. Su frase predilecta, “no me metan la mano en el bolsillo”, hace de los actos legítimos de regulación de las rentas extraordinarias de la tierra una ignominiosa expropiación. Trata un bien nacional, como la productividad del suelo, como cosa meramente privada. Otras frases reiteran: “Está loca”, e incluso se ha escuchado en la televisión de la noche de los domingos: “Es satánico”. Se interpreta la intervención del Estado en el mercado en la clave de una psiquiatría obtusa de revista de peluquería, de chistoso de calesita o de pitonisa de boudoir. Menos se dice “hay que matarlos”, pero aparece en los añadidos que publican algunos periódicos cuando termina la redacción de sus propios artículos y comienza la carnicería opinativa en un anonimato electrónico sediento de desquite. ¿Ante quién?, ¿para qué? No le importan las respuestas a una nueva derecha que recobra el linaje de las más impiadosas que tuvo el país. Ha soltado la lengua, pero aprendió a decir primero “armonía” y diálogo”, mientras no ocultan la sonrisa sobradora cuando escuchan que se les dice: “¡Y pegue, y pegue!”.
Se considera una redención el uso del lenguaje más incivil del que se tenga memoria en las luchas sociales argentinas. Con impunidad lo han tomado, con rápido gesto de arrebatadores, del desván de los recuerdos y de las historias de gestas desplegadas en nombre de un ideal más igualitario. En un sorprendente movimiento de apropiación para travestirla en su beneficio, han movilizado la memoria de los oprimidos en función de sostener el privilegio de unos pocos, vaciando, hacia atrás, todo sentido genuino, buscando inutilizar una tradición indispensable a la hora de restablecer el vínculo entre las generaciones pasadas y los nuevos ideales emancipatorios.
Es una operación a partir de la cual se definen las lógicas emergentes de esa nueva derecha que no duda en reclamar para sí lo mejor de la tradición republicana y democrática; es una nueva derecha que no se nombra a sí misma como tal, que elude con astucia las definiciones al mismo tiempo que ritualiza en un mea culpa de pacotilla sus responsabilidades pasadas y presentes con lo peor de la política nacional, bendecida por frases evangélicas que llaman oscuramente a la vindicta de los poderosos que aprendieron a hablar con préstamos del lenguaje de los perseguidos. Lo han hecho en otros momentos cruciales de la historia nacional. La nueva derecha inversionista ha comenzado por invertir el significado de las palabras. ¿Por qué no lo harían ahora?
Ante eso, es necesario recuperar otra idea de política, otro vínculo entre la política y las clases populares, y otra ilación entre hechos y símbolos. Si la nueva derecha reina en una sociedad mediatizada, una política que la confronte debe surgir de la distancia crítica con los procedimientos mediáticos. Si la nueva derecha no temió enarbolar la amenaza del hambre (como consecuencia de su desabastecedor plan de lucha), otra política debe situar al hambre, realidad dramática en la Argentina, como problema de máxima envergadura y desafío a resolver. Es cierto que, visiblemente, hoy no son muchos los que aceptan enarbolar blasones de derecha. Hay que buscarla en todos los lenguajes disponibles, en todos los partidos existentes, en todas las conductas públicas que puedan imaginarse. Los pendones que la conmueven pueden ser frases como éstas: “La nueva nación agraria como reserva moral de la nación”. Es el viejo tema de las nuevas derechas y la identificación, también antigua, de patria y propiedad, de nación y posesión de la tierra. Es el concepto de reserva moral como liturgia última que sanciona tanto el “fin del conflicto” como un tinglado modernizante que no vacila en expropiar los temas del progresismo, pero para desmantelar lugares y memorias. Es una gauchesca de bolsa de cereales como acorde poético junto al horizonte del nuevo empresariado político. Podrán leer a la ida el Martín Fierro y a la vuelta los consejos de Berlusconi.
Los nuevos hombres “laboriosos”, persignados fisiócratas, se indignan porque hay Estado y hay vida colectiva que se resiste a vulnerar la vieja atadura entre las palabras y las cosas. Pero esto ocurre porque la materia ideológica, con sus venerables arabescos y citas célebres, ha quedado deshilvanada, reutilizada en rápidos collages de las nuevas estancias conservadoras del lenguaje. ¿Cómo descubrirlas? Su localización es la ausencia de nervadura social, pues se trata de desplegar para la Argentina futura una nueva cultura social con un único territorio, el de las rentas extraordinarias que desea percibir una nueva clase, interpretando estrechamente las graves necesidades alimentarias del mundo. Parecen campesinos, parecen chacareros, parecen pequeños propietarios, parecen hombres de campo protagonizando una gesta. Pero no son ilusiones estas nuevas creaciones políticas de indesmentible base social nueva. Sin los tractores embanderados, brusca señalización del paisaje que atrae por la carencia de todo matiz, de todo signo mediador. La nueva clase teatraliza una rebelión campesina, pero traza un nuevo destino conservador para la Argentina. Marcha con vocablos fuera de su eje, en una combinación entremezclada que pone en escena la fusión entre formas morales de revancha y captura jocosa de los símbolos del progresismo social.
Asistimos a un remate general de conceptos. Nociones tan complejas como la de “patria agraria”, “Argentina profunda”, “nuevo federalismo”, han resurgido de un arcón honorable de vocablos, cuando significaron algo precioso para miles y miles de argentinos para salir hoy a la luz como mendrugo de astucia y oportunismo. Como en los posmodernismos ya transcurridos, vivimos la sensación de que en el reino de los discursos políticos e ideológicos “todo es posible de darse”. Las palabras parecen las mismas, pero se han dislocado bajo una matriz teleteatral y un recetario de cruces de saltimbanqui, legalizados por la escena primordial de cámaras que infunden irrealidad y deserción de la historia en sus recolecciones vertiginosas. Un nuevo estado moral de derecha surge del neoconservadurismo que reordena los valores en juego, luego de que ha tramitado un liberalismo reaccionario y un modernismo que propone conceptos de la sociedad de la información para hacerlos marchar hacia un nuevo consenso disciplinador y desinformante.
Un nuevo sentido común producido por los tejidos tecnoinformativos nutre así el círculo de captura de imágenes y discursos. Se habla como lo hace la llamada “sociedad del conocimiento”, y ésta habla como lo hacen previamente quienes ya fueron tocados por la conquistada neoparla que insiste en estar “fuera de la política”, pero munidos de jergas sustitutivas de la experiencia pública. Hasta el modo de ir a los actos políticos es puesto bajo la grilla admonitoria de un juez del Olimpo que dictamina los momentos de supuesta “falsa conciencia” de miles de conciudadanos que no poseerían la legítima pasión espontánea de los refundadores del nuevo federalismo sin historia, sin Estado, sin instituciones, sin sujeto. El descrédito de lo político comienza por destituir a las masas populares y sus imperfectas maneras, para hacer pasar por buenas sólo las supuestas movilizaciones pastoriles roussonianas, efectivamente multitudinarias, que mal se sostienen bajo las diversas modalidades del tractorazo, más amenazante que bucólico.
Una república agroconservadora despliega entonces sus banderas de “nuevo movimiento social”. Tienen todo el derecho a expresarse, pero el examen democrático del gigantesco operativo que han emprendido debe ser también interpretado. Se trata de sustituir un pueblo que consideran inadecuado con otro vestido con galas de revolución conservadora. Hay suficientes ejemplos en la historia del país y en las memorias constructoras de justicia para decir que no lo lograrán.
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El país Miércoles, 11 de Junio de 2008
La Carta Abierta/3 fue presentada ayer por un amplio colectivo de intelectuales
La nueva derecha
En el texto que aquí se publica, el espacio conformado por más de 1500 personas de la cultura, la educación, las ciencias y las artes vuelve a pronunciarse sobre la actual situación política. Ahora examina el surgimiento y las características de una “nueva derecha”, un actor social que se piensa “contra la política”, que “reclama eficiencia y no ideología” en defensa de “los poderes existentes”.
¿Cómo se puede reclamar la nacionalización del petróleo cuando la lucha que se despliega es contra una medida progresiva de índole impositiva? ¿Cómo se puede llamar a la lucha contra la pobreza con aliados que expresan las capas más tradicionales de las clases dominantes? Algo ha sucedido en los vínculos entre las palabras y los hechos: un disloque. Los símbolos han quedado librados a nuevas capturas, a articulaciones contradictorias, a emergencias inadecuadas. Ningún actor político puede declararse eximido de haber contribuido a esa separación. Las situaciones críticas obligan a preguntarse qué palabras les corresponden a los nuevos hechos. Entre las batallas pendientes en la cultura y la política argentina, está la de nombrar lo que ocurre con actos fundados en una lengua crítica y sustentable. Sin embargo, hoy las palabras heredadas suelen pronunciarse como un acto de confiscación. Cualquier cosa que ahora se diga vacila en aportar pruebas de su enraizamiento en expectativas sociales reales. Parece haber triunfado la “operación” sobre la obra, el parloteo sobre el lenguaje.
“Clima destituyente” hemos dicho para nombrar los embates generalizados contra formas legítimas de la política gubernamental y contra las investiduras de todo tipo. Una mezcla de irresponsabilidad y de milenarismo de ocasión sustituyó la confianza colectiva. “Nueva derecha” decimos ahora. Lo decimos para nombrar una serie de posiciones que se caracterizan por pensarse contra la política y contra sus derechos de ser otra cosa que gestión y administración de los poderes existentes. Una derecha que reclama eficiencia y no ideología, que alega más gestión que valores –y puede coquetear con todo valor–, que invoca la defensa de las jerarquías existentes, aunque se inviste miméticamente de formas y procedimientos asamblearios y voces sacadas de las napas prestigiosas de las militancias de ciclos anteriores. Esa derecha impugna la política como gasto superfluo y como enmascaramiento, pero es cierto que la impugna con más dureza cuando la política pretende intervenir sobre la trama social. Tiene distintas inflexiones: desde la ilusoria eficiencia empresarial del macrismo hasta el intercambio directo de dones y rentas imaginado en Gualeguaychú, sin Estado, ni partidos, sólo con golpes de transparencia contra lo que llaman obstáculos.
Transparencia social imposible, como no sea bajo un régimen coercitivo, que expresa su desprecio hacia la política como capacidad transformadora, como intervención activa sobre la vida en común. De ese vaciamiento son responsables, también, los profesionales de la política que priorizaron sus propios intereses mientras sostenían un discurso de lo público. Demasiado tiempo vino degradándose el lenguaje político como para que no surgieran mesianismos vicarios y vaticinios salvadores que en vez de redimir el conocimiento político son el complemento milenarista del espontaneísmo soez. La nueva derecha viene a decir que eso no está mal y que se debe llevar a sus últimas consecuencias, disolviendo la instancia misma de la política. Es fundamentalmente destituyente: vacía a los acontecimientos de sentido, a los hechos de su historicidad, a la vida de sus memorias. Por eso atraviesa fronteras para buscar terminologías en sus antípodas. Es una nueva derecha porque, a diferencia de las antiguas derechas, no es literal con su propio legado sino que puede recubrirse, mimética, con las consignas de la movilización social.
La nueva derecha puede agitar florilegios de izquierdas recreadas a último momento como préstamo de urgencia o anunciar compromisos caros a las luchas sociales de la historia nacional, sea Grito de Alcorta, sea la gesta de Paso de los Libres en 1933, sean las asambleas de 2001. Es una nueva derecha veteada de retazos perdidos, pero no olvidados, de antiguas lenguas movilizadoras. Condena el vínculo vivo de las personas y las sociedades con el pasado, llamando a un ilusorio puro presente que podría desprenderse de esas capas anteriores. Lo hace, incluso, cuando trae símbolos de ese pasado, sujetándolos a relaciones que los niegan o vacían. Cita al pasado como una efemérides al paso. Será jauretcheana si cuadra, aplaudirá a Madres de Plaza de Mayo si lo ve oportuno, dirá que adhiere a Evo Morales si se la apura, y no le faltará impulso para aludir a los mayos y los octubres de la historia. Mimetismo bendecido, tolerado: es la nueva derecha que ensaya el lenguaje total de la movilización con palabras prestadas. Procede por expurgación y despojo, restándole a la realidad algunas de las capas que la constituyen y presentando en una supuesta lisura la vida en común. En ella no hay espesor, diferencias, desigualdades, violencias ni explotación; ella habla del “campo”, trazándonos un dibujo bucólico de pioneros esforzados de la misma manera que considera la pobreza y el hambre como desgracias naturales o como penurias redescubiertas para sostener una mala conciencia de escuderos novedosos de los poderes agrarios tradicionales.
En la nueva derecha reina lo abstracto, pero con la lengua presunta de lo concreto: precisamente la que hablan los medios de comunicación. A la trama moral de las acciones la tornan escándalo moral, denuncismo de sabuesos que dejan saber que las sospechas generalizadas sobre la vida política son instrumentos que pueden sustituir un pensar real. En ella se trata de reivindicar la honestidad de los ciudadanos-consumidores, su espontaneidad expresiva ante las manipulaciones de la vieja política; transparentar es su grito, mostrar un supuesto lenguaje sin espesura es su lema. Sin obstáculos, sin pliegues. Sus lenguajes apuntan a vaciar de contenido historias y memorias de la misma manera que buscan desmontar cualquier relación entre universo reflexivo-crítico y política transformadora. Devastación del mundo de la palabra en nombre de la brutalización massmediática; simplificación de la escena cultural de acuerdo con la continua mutilación de la densidad de los conflictos sociales y políticos.
La nueva derecha es ahora un conjunto de procedimientos y de prácticas que se difunden peligrosamente en las más diversas alternativas políticas. La aceptación de que la escena la construyen los medios de comunicación lleva a un tipo de intervención pública tan respetuosa de ese poder como sumisa respecto de las palabras hegemónicas. Hace tiempo que los estilos comunicacionales habituales recurren al intercambio de denuncias como una cifra moral, que parece menos un proyecto compartible de refundar la política en la autoconciencia pública emancipada que en la circulación de un nuevo “dinero” basado en un control de la política por la vía de un moralismo del ciudadano atrincherado, temeroso, ausente de los grandes panoramas históricos. Moralismo de estrechez domiciliaria, pertrechada, víctima de miedos construidos y de oscuros deseos de resarcimiento. Es un viaje que parece no tener retorno hacia la espectacularización de una conciencia difusa de represalia. Es un recelo que va quedando despojado de contenidos, como no sean los parapetos medrosos de un pensamiento consignatario. Todo lo que implica la misma incapacidad para descubrir que lo que llaman “opinión pública”, que en ciertos momentos de la historia es un acatamiento a lo que habla por ella más de lo que ella balbucea de sí misma.
La nueva derecha se inviste con el ropaje de la racionalidad ciudadana, adopta los giros de lenguaje y los deseos más significativos de una opinión colectiva sin la libertad última para ver que encarna los miedos de una época despótica y violenta. Un intenso intercambio simbólico viene a sellar así la alianza entre la nueva derecha, los medios de comunicación hegemónicos y el “sentido común” más ramplón que atraviesa a vastos estratos de las capas medias urbanas y rurales del que tampoco es ajeno un mundo popular permanentemente hostigado por esas discursividades dominantes.
Lo que sucede en Bolivia, quizás el escenario más complejo de la región, debe alertarnos. No porque sean equivalentes los fenómenos sociales y políticos sino porque el tipo de confrontación que las derechas bolivianas despliegan advierten sobre cuánto se puede decidir no respetar la voluntad popular, aun apelando a frenesís plebiscitarios. En la Argentina no estamos ante un escenario de esa índole, pero sí asistiendo a la emergencia de nuevos fenómenos políticos reactivos y conservadores, que atraviesan partidos políticos populares y organizaciones sociales. Todo trastabilla ante la cuerda subterránea que tienden las nuevas derechas. La señora cansada del conflicto, el locutor de la noche harto de la refriega, el pequeño rentista fastidiado de las listas electorales que había votado. Las nuevas derechas ejercen su señorío como una forma de desencanto, llamando al desapego generalizado. El ser social, por fin saturado de las dificultades de una época, llama bajo su forma reactiva a no pensar la dificultad sino a refugiarse en la desafección política, en el módico mesianismo al borde de las rutas. Proclaman que actúan por dignidad cuando son economicistas, y son economicistas cuando demuestran que ésa es la nueva forma de la dignidad.
Atraviesan así toda la materia sensible de este momento de la historia nacional. Su frase predilecta, “no me metan la mano en el bolsillo”, hace de los actos legítimos de regulación de las rentas extraordinarias de la tierra una ignominiosa expropiación. Trata un bien nacional, como la productividad del suelo, como cosa meramente privada. Otras frases reiteran: “Está loca”, e incluso se ha escuchado en la televisión de la noche de los domingos: “Es satánico”. Se interpreta la intervención del Estado en el mercado en la clave de una psiquiatría obtusa de revista de peluquería, de chistoso de calesita o de pitonisa de boudoir. Menos se dice “hay que matarlos”, pero aparece en los añadidos que publican algunos periódicos cuando termina la redacción de sus propios artículos y comienza la carnicería opinativa en un anonimato electrónico sediento de desquite. ¿Ante quién?, ¿para qué? No le importan las respuestas a una nueva derecha que recobra el linaje de las más impiadosas que tuvo el país. Ha soltado la lengua, pero aprendió a decir primero “armonía” y diálogo”, mientras no ocultan la sonrisa sobradora cuando escuchan que se les dice: “¡Y pegue, y pegue!”.
Se considera una redención el uso del lenguaje más incivil del que se tenga memoria en las luchas sociales argentinas. Con impunidad lo han tomado, con rápido gesto de arrebatadores, del desván de los recuerdos y de las historias de gestas desplegadas en nombre de un ideal más igualitario. En un sorprendente movimiento de apropiación para travestirla en su beneficio, han movilizado la memoria de los oprimidos en función de sostener el privilegio de unos pocos, vaciando, hacia atrás, todo sentido genuino, buscando inutilizar una tradición indispensable a la hora de restablecer el vínculo entre las generaciones pasadas y los nuevos ideales emancipatorios.
Es una operación a partir de la cual se definen las lógicas emergentes de esa nueva derecha que no duda en reclamar para sí lo mejor de la tradición republicana y democrática; es una nueva derecha que no se nombra a sí misma como tal, que elude con astucia las definiciones al mismo tiempo que ritualiza en un mea culpa de pacotilla sus responsabilidades pasadas y presentes con lo peor de la política nacional, bendecida por frases evangélicas que llaman oscuramente a la vindicta de los poderosos que aprendieron a hablar con préstamos del lenguaje de los perseguidos. Lo han hecho en otros momentos cruciales de la historia nacional. La nueva derecha inversionista ha comenzado por invertir el significado de las palabras. ¿Por qué no lo harían ahora?
Ante eso, es necesario recuperar otra idea de política, otro vínculo entre la política y las clases populares, y otra ilación entre hechos y símbolos. Si la nueva derecha reina en una sociedad mediatizada, una política que la confronte debe surgir de la distancia crítica con los procedimientos mediáticos. Si la nueva derecha no temió enarbolar la amenaza del hambre (como consecuencia de su desabastecedor plan de lucha), otra política debe situar al hambre, realidad dramática en la Argentina, como problema de máxima envergadura y desafío a resolver. Es cierto que, visiblemente, hoy no son muchos los que aceptan enarbolar blasones de derecha. Hay que buscarla en todos los lenguajes disponibles, en todos los partidos existentes, en todas las conductas públicas que puedan imaginarse. Los pendones que la conmueven pueden ser frases como éstas: “La nueva nación agraria como reserva moral de la nación”. Es el viejo tema de las nuevas derechas y la identificación, también antigua, de patria y propiedad, de nación y posesión de la tierra. Es el concepto de reserva moral como liturgia última que sanciona tanto el “fin del conflicto” como un tinglado modernizante que no vacila en expropiar los temas del progresismo, pero para desmantelar lugares y memorias. Es una gauchesca de bolsa de cereales como acorde poético junto al horizonte del nuevo empresariado político. Podrán leer a la ida el Martín Fierro y a la vuelta los consejos de Berlusconi.
Los nuevos hombres “laboriosos”, persignados fisiócratas, se indignan porque hay Estado y hay vida colectiva que se resiste a vulnerar la vieja atadura entre las palabras y las cosas. Pero esto ocurre porque la materia ideológica, con sus venerables arabescos y citas célebres, ha quedado deshilvanada, reutilizada en rápidos collages de las nuevas estancias conservadoras del lenguaje. ¿Cómo descubrirlas? Su localización es la ausencia de nervadura social, pues se trata de desplegar para la Argentina futura una nueva cultura social con un único territorio, el de las rentas extraordinarias que desea percibir una nueva clase, interpretando estrechamente las graves necesidades alimentarias del mundo. Parecen campesinos, parecen chacareros, parecen pequeños propietarios, parecen hombres de campo protagonizando una gesta. Pero no son ilusiones estas nuevas creaciones políticas de indesmentible base social nueva. Sin los tractores embanderados, brusca señalización del paisaje que atrae por la carencia de todo matiz, de todo signo mediador. La nueva clase teatraliza una rebelión campesina, pero traza un nuevo destino conservador para la Argentina. Marcha con vocablos fuera de su eje, en una combinación entremezclada que pone en escena la fusión entre formas morales de revancha y captura jocosa de los símbolos del progresismo social.
Asistimos a un remate general de conceptos. Nociones tan complejas como la de “patria agraria”, “Argentina profunda”, “nuevo federalismo”, han resurgido de un arcón honorable de vocablos, cuando significaron algo precioso para miles y miles de argentinos para salir hoy a la luz como mendrugo de astucia y oportunismo. Como en los posmodernismos ya transcurridos, vivimos la sensación de que en el reino de los discursos políticos e ideológicos “todo es posible de darse”. Las palabras parecen las mismas, pero se han dislocado bajo una matriz teleteatral y un recetario de cruces de saltimbanqui, legalizados por la escena primordial de cámaras que infunden irrealidad y deserción de la historia en sus recolecciones vertiginosas. Un nuevo estado moral de derecha surge del neoconservadurismo que reordena los valores en juego, luego de que ha tramitado un liberalismo reaccionario y un modernismo que propone conceptos de la sociedad de la información para hacerlos marchar hacia un nuevo consenso disciplinador y desinformante.
Un nuevo sentido común producido por los tejidos tecnoinformativos nutre así el círculo de captura de imágenes y discursos. Se habla como lo hace la llamada “sociedad del conocimiento”, y ésta habla como lo hacen previamente quienes ya fueron tocados por la conquistada neoparla que insiste en estar “fuera de la política”, pero munidos de jergas sustitutivas de la experiencia pública. Hasta el modo de ir a los actos políticos es puesto bajo la grilla admonitoria de un juez del Olimpo que dictamina los momentos de supuesta “falsa conciencia” de miles de conciudadanos que no poseerían la legítima pasión espontánea de los refundadores del nuevo federalismo sin historia, sin Estado, sin instituciones, sin sujeto. El descrédito de lo político comienza por destituir a las masas populares y sus imperfectas maneras, para hacer pasar por buenas sólo las supuestas movilizaciones pastoriles roussonianas, efectivamente multitudinarias, que mal se sostienen bajo las diversas modalidades del tractorazo, más amenazante que bucólico.
Una república agroconservadora despliega entonces sus banderas de “nuevo movimiento social”. Tienen todo el derecho a expresarse, pero el examen democrático del gigantesco operativo que han emprendido debe ser también interpretado. Se trata de sustituir un pueblo que consideran inadecuado con otro vestido con galas de revolución conservadora. Hay suficientes ejemplos en la historia del país y en las memorias constructoras de justicia para decir que no lo lograrán.

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El Pais, miércoles 11 de junio del 2008.

sábado, 7 de junio de 2008

CARTA DE PEREZ ESQUIVEL A LA PRESIDENTA

Carta de Adolfo Pérez Esquivel a Cristina Fernández de Kirchner> >> >> >> > Buenos Aires, Mayo del 2008> > Sra. Presidenta de la Nación> > Dra. Cristina Fernández Kirchner> >> >> > Reciba el fraterno saludo de Paz y Bien> >> > Deseándole mucha fuerza y esperanza para llevar adelante los desafíos que > > el país necesita para fortalecer la construcción democrática en la > > vigencia de los derechos humanos y un nuevo desarrollo equitativo. No > > desconocemos los avances positivos en cuanto a la política de derechos > > humanos, en la búsqueda de Verdad y Justicia por los crímenes cometidos > > por la dictadura militar, para superar la impunidad jurídica y política.> >> > La renovación de la Corte Suprema de Justicia fue un paso importante en la > > independencia del poder judicial del poder político. Los logros alcanzados > > en la recuperación económica son significativos y permitió superar la > > postración a que fue sometido el país. Esos avances fueron posibles por > > las decisiones políticas durante el gobierno del Presidente Néstor > > Kirchner.> >> > Es esperanzador que Ud., como presidenta de la Nación, busque profundizar > > la política de derechos humanos y comprenderlos en su integridad. No sólo > > lo ocurrido durante la dictadura militar; sino los derechos económicos, > > sociales y culturales; el medio ambiente y la soberanía sobre nuestro > > territorio y recursos naturales, hoy gravemente amenazados.> >> > Ésta carta es extensa y breve al mismo tiempo, por lo tanto intento dar > > una apretada síntesis de algunos de los graves problemas que afectan al > > país.> >> > Un antiguo proverbio Zen dice: SI NO SABES A DONDE VAS, REGRESA PARA SABER > > DE DONDE VIENES”- ¿Sabemos los argentinos y argentinas, a donde vamos y de > > donde venimos?> > El 24 de marzo recordamos el dolor y la resistencia del pueblo durante la > > dictadura militar que fue parte de la política continental para implantar > > el proyecto neo-liberal a través de la Doctrina de Seguridad Nacional, con > > un alto costo en vidas humanas, muertos, desaparecidos, torturados, > > encarcelados y exiliados. Proyecto que tuvo como objetivo la destrucción > > de la capacidad productiva del país y la apropiación de sus recursos. Esa > > política nefasta de destrucción y muerte no comenzó en 1976; fue impuesta > > varias décadas atrás en el país y en todo el continente. Tampoco podemos > > obviar a las Tres A y el terrorismo de Estado impuesto durante el gobierno > > de Isabel Perón.> >> > Entre los mecanismos de dominación, está la deuda externa que los > > gobiernos continúan pagando, generando un círculo vicioso y suicida: “más > > pagamos, más debemos y menos tenemos”, hipotecando el presente y futuro > > del pueblo. El gobierno esta negociando con el Club de París la deuda > > externa con el agravante que los miembros del Club le exigen hacerlo a > > través del FMI, condicionando la soberanía nacional.> >> > Ésta situación es posible porque el gobierno y los que le precedieron, se > > han sometido a los intereses internacionales y no tienen el coraje y > > decisión política de realizar una auditoría, que determine la deuda > > legítima, de la ilegítima. Disponen de toda la documentación del juicio > > iniciado por el Dr. Alejandro Olmos y que el juez Ballestero enviara al > > Parlamento Nacional y pidiendo que se investigue. Sin embargo la decisión > > tomada es: “de eso no se habla y no se toca. Se paga”; generando la > > impunidad y permitiendo continuar con el aumento de la deuda y el saqueo > > del país.> > El gobierno debe hacer frente al pago de 52.907 millones de dólares, entre > > intereses y vencimiento de la deuda., lo que representa casi el 30% de la > > deuda pública total reconocida por la Argentina que asciende en la > > actualidad a 137.114 millones de dólares. La deuda pública aumentó en > > 11.000 millones de dólares por el ajuste del CER> > En el presupuesto nacional del año 2008, aprobado por el Congreso > > Nacional, se destinan cerca de 20.000.000 millones de pesos para el pago > > de los intereses de la deuda externa. Mientras el presupuesto para > > Educación alcanza a los 11.300.000 de pesos y el de Salud a los 6.200.000 > > de pesos. Si se suman los dos presupuestos son menos que el pago de los > > intereses de la deuda externa. ¿Cuáles son las prioridades del país? No se > > puede hacer una abstracción de las consecuencias de la deuda y su relación > > con las violaciones de los derechos humanos durante la dictadura militar.> >> > ASIGNATURAS PENDIENTES CON EL PUEBLO> > Son los derechos que deben ser defendidos en su integridad. Es urgente > > enfrentar los altos índices de mortalidad infantil. Según el informe anual > > de UNICEF (2007) mueren en el país 25 bebés menores de un año por día, la > > mayoría por causas evitables. La situación de desigualdad se hace más > > evidente en las provincias pobres. El último informe (2007) de la ONU es > > alarmante, la mortalidad infantil es de 13,3 por cada mil nacidos.> > Los pueblos originarios están sometidos a la marginalidad, explotación y > > extinción, como el caso del Pueblo Mbya Guaraní, donde la mortalidad > > infantil alcanza al 90 por mil. Es doloroso el índice de mortalidad entre > > el Pueblo Tobas que en el año 2007 alcanzó a 20 víctimas de hambre.> >> > El informe señala que un 20 por ciento de la población, se apropia del 60 > > por ciento de las riquezas que se generan en todo el territorio nacional. > > Señala el abandono de parte del gobierno y la aplicación de políticas > > equivocadas desarrolladas en los últimos años.> > El modelo político y económico de dominación implantado en el país no > > desapareció. Por el contrario se fue afirmando en el tiempo a través de > > los sucesivos gobiernos que continuaron aplicando la misma receta > > neo-liberal y poniendo al país en subasta al mejor postor, con las > > políticas de ajuste, capitalizació n y privatizaciones> >> > Muchos de los problemas planteados surgen de las políticas de gobierno que > > son permisivas. La rebelión del campo hay que analizarla detenidamente y > > no medir con la misma vara a todos los productores. No son las retenciones > > el único problema; son las políticas de desigualdad, de explotación y > > privilegio de las grandes corporaciones. No se hace cargo de las > > condiciones que el campesino debe afrontar frente a sequías, inundaciones, > > granizo y pérdida de la producción.> > La ley de minería, sancionada durante el gobierno menemista es una de las > > más nefastas para el país. Sin embargo no se toca. Lo que marca el índice > > de complicidad directa e indirecta en la destrucción del medio ambiente y > > daños a la población. La misma actitud tiene el gobierno con la Ley de > > Radiodifusión impuesta durante la dictadura militar que los gobiernos se > > niegan a modificar e impiden el ejercicio de la libertad de prensa y > > medios comunitarios alternativos.> >> > El gobierno no desconoce lo que explicito, pero deja hacer a las empresas > > sus negocios sin importarle el costo en vidas y pérdida de los recursos > > naturales. Es cierto que han tratado de detener el desmonte de los bosques > > y hubo que enfrentar la fuerte oposición de legisladores que defendía el > > capital financiero. A esa situación se suma el uso indiscriminado de los > > agroquímicos; la quema de grandes extensiones de bosques para plantar soja > > trasgénica, provocando daños irreversibles.> > Pocas veces se tiene en cuenta nuestros mares y ríos sometidos y > > amenazados por la devastación y explotación de empresas navieras > > extranjeras, provocando altos índices de contaminación y destrucción de > > los recursos marítimos, ante la imposibilidad de disponer de la vigilancia > > y control de la soberanía sobre nuestros mares. La soberanía sobre el > > territorio de la Antártida esta amenazada y el gobierno debe actuar antes > > que sea tarde.> > Muchos gobernadores provinciales, como señores feudales, manejan las > > provincias de acuerdo a sus intereses, vendiendo tierras que no les > > pertenecen. No se sabe que hacen con el dinero. Cabe preguntarse si existe > > un Catastro, un seguimiento sobre los recursos y títulos provinciales y > > nacionales. Mientras, someten y marginan a indígenas y campesinos y les > > niegan los títulos de posesión. A este respecto, los Pueblos Originarios, > > con quienes estamos en permanente contacto, nos han expresado su > > preocupación por la puesta en marcha de la Ley 26.160 de Emergencia > > Territorial, ya que la misma corre peligro de vencimiento. Hasta el > > momento no se conoce qué medidas está tomando al respecto el Instituto de > > Asuntos Indígenas (INAI).> >> > No existe en el país una ley que regule y ponga límite a la venta de > > tierras a extranjeros. La complicidad de legisladores y gobernadores; como > > de los sucesivos gobiernos nacionales, han impedido que avance la sanción > > de una ley de protección a la tierra. Es necesario tener en cuenta el > > documento “Una Tierra para todos” de la Comisión Permanente del Episcopado > > Argentino, sobre la grave situación que viven los indígenas y campesinos. > > Los obispos señalan:> >> > “UNA DEUDA PENDIENTE”. “A una década de la incorporación del inciso 17 en > > el Art. 75 de la Constitución Nacional- que reconoce la pre-existencia de > > los pueblos indígenas, su derecho a las tierras tradicionalmente ocupadas > > y otras aptas y suficientes, a una educación bilingüe intercultural, a su > > propia lengua y cultura y a la participación en aquellas cuestiones que > > los afecten- pareciera que la situación de las comunidades se agrava cada > > vez más y los problemas estructurales que padecen se agudizan día a día”.> > No es posible que se expulse de sus tierras a indígenas y campesinos y se > > les someta el hambre y la pobreza; violando la Constitución Nacional, y el > > Art. 169 del Convenio de la OIT; los Pactos y Protocolos Internacionales > > que el Estado Argentino suscribió y que no respeta, violando los derechos > > humanos que deben ser defendidos en su integridad.> >> > Lamentablemente en nuestro país existen categorías de ciudadanos y > > ciudadanas de primera, segunda y tercera clase. ¿Que democracia se esta > > construyendo?> >> > Duele tener que decirlo, Sra. Presidenta. EL PAÍS ESTÁ EN VENTA.> > Se han vendido más de 16.900.000 hectáreas de tierra a extranjeros. Se > > suma la noticia del proyecto de privatizar el Banco Nación, ( esperemos > > que sea solamente un rumor) que hoy tiene en sus manos 14.500.000 > > hectáreas de chacareros endeudados que pasarían a mano de la banca > > extranjera, suma que en total de tierras vendidas e hipotecadas, asciende > > a 31.400.000 hectáreas. Lo que significa una superficie semejante a toda > > la Provincia de Buenos Aires. De ser así, sería una pérdida irreparable de > > la soberanía nacional y completaría la entrega del país.> > Le recuerdo que detrás de cada número hay rostros, de niños, hombres y > > mujeres, jóvenes y ancianos que nos cuestionan e interpelan y reclaman un > > lugar justo y digno en la vida. Debemos preguntarnos si el sueño de > > nuestros mayores, sus luchas y esperanzas de construir un país libre y > > soberano fue sólo una quimera.¿Es posible que el pueblo despierte a la > > pesadilla de la realidad que vivimos y vea cómo han vendido el país y nos > > encontremos extranjeros en nuestra propia tierra?-> >> > ¿Dónde ha quedado el profundo sentido de Patria, hoy casi olvidada?- ¿Qué > > significa la identidad y pertenencia que nos legaron nuestros > > libertadores, que lucharon y dieron sus vidas para dar vida y libertad a > > nuestro pueblo? - ¿Murieron en el olvido?- ¿Fueron idealistas frustrados > > que soñaron un país distinto, soberano y libre de dominaciones?> >> > En el año 2010 el país celebrará el Bicentenario de su grito de libertad. > > ¿Quedará algo para celebrar de nuestro patrimonio, valores e identidad > > nacional? ¿Dónde quedó el clamor del pueblo que lucha por su liberación? > > ¿O es que tal vez, pretendan celebrar la re-colonizació n del país?> >> > Vuelvo al proverbio: Hay que regresar a las fuentes; profundizar en los > > valores y la memoria compartida de las luchas populares para saber de > > donde venimos y hacia dónde vamos. Debemos ser coherentes entre el decir y > > el hacer.> > No es posible hablar de soberanía sin tener el control y ser dueños de los > > recursos naturales con empresas nacionales básicas y estratégicas. Un país > > que no tiene el control de sus recursos queda cautivo de las empresas > > transnacionales y lleva a la dependencia, el hambre, la pobreza y > > marginalidad del pueblo.> >> > Sra. Presidenta. Usted ha reclamado a la sociedad que la ayuden a > > “defender el modelo de país”. Creo que la mayoría estamos de acuerdo en > > apoyar un proyecto de país y hacer todos los esfuerzos necesarios. Pero: > > ¿Qué significa el modelo actual de país? Es necesario tener claridad > > conceptual y desarrollar políticas acordes para construir y defender un > > país soberano, trabajar para la recuperación de nuestros recursos y la > > redistribució n de la riqueza a fin de alcanzar el derecho e igualdad para > > todos.> > Sin embargo vemos que ha firmado en París los acuerdos para la > > construcción del “Tren de alta velocidad o “Tren Bala”.Es una bala > > dirigida al corazón del pueblo. No hay políticas coherentes que lleven a > > recuperar los ramales ferroviarios que fueron desmontados; condenando al > > aislamiento a gran parte de las regiones del interior.> >> > LAS AGUAS BAJAN TURBIAS> > Como bien lo señalara Hugo del Carril hace varias décadas, hoy también las > > aguas bajan turbias e impiden ver lo que ocurre en el país. Es necesario > > que las aguas se aquieten, que se calme la mente y el espíritu y esperar > > que se vuelvan transparentes para ver el fondo.> > Cuando en los años 74,75 y 76 y durante la lucha por los derechos humanos > > contra la dictadura militar y la violencia de diversos signos que sufría > > el país, reclamamos a dirigentes políticos, sindicales, eclesiásticos que > > actúen antes que sea tarde, muchos miraron para otro lado, no querían ver > > ni escuchar; hubo quienes fueron cómplices de la destrucción del país y > > salieron a golpear los cuarteles para reclamar que salgan las tropas a > > reprimir. Gracias a Dios hubo hermanos y hermanas en la fe coherentes con > > el la espiritualidad y el compromiso junto al pueblo. Nuestro mártir de > > los llanos riojanos, Monseñor Enrique Angelelli decía: “Debemos poner un > > oído en el pueblo y otro en el Evangelio para saber por donde ir”. Es > > necesario hacer memoria, para que nos ilumine el presente. Recordar lo que > > ocurrió con la Forestal en Santa Fe, con la venta de YPF, Aerolíneas > > Argentinas, Obras Sanitarias de la Nación; Teléfonos del Estado, > > Ferrocarriles Argentino, entre otras empresas nacionales.> >> > Señora Presidenta. Es necesario restablecer el equilibrio entre los seres > > humanos con la Madre Naturaleza, con el Cosmos y con Dios, defender la > > integridad de la creación porque de ello depende el presente y futuro de > > la humanidad, de nuestro país y de nuestros hijos.> > Es necesario recordar la carta del jefe indio de Seatlle, dirigida al jefe > > blanco: “De una cosa estamos seguros, la tierra no pertenece al hombre, es > > el hombre el que pertenece a la tierra. Todo va enlazado como la sangre > > que une a la familia. El hombre no tejió la trama de la vida, él es solo > > un hilo. Lo que hace con la trama se lo hace a si mismo… y está tentando a > > la desgracia si osa romper esa red”. Se pregunta: ¿Dónde está el bosque > > espeso? Desapareció- ¿Dónde está el águila? Desapareció. Así se acaba la > > vida y sólo nos queda el recurso de intentar sobrevivir”.> >> > ¿Qué nos espera si continúa la política de devastación actual?> >> > RESISTIR EN LA ESPERANZA> > Que nos permita construir nuevos paradigmas de vida junto a nuestro pueblo > > y los hermanos del continente latinoamericano, en la integración y > > diversidad, en la unidad.> >> > Es necesario tener presente que federalismo, no significa feudalismo y > > desintegració n del país. Existe una gran perversión conceptual y de > > valores éticos y filosóficos.¿Hasta cuando se puede soportar tanta > > humillación e injusticias al sentirnos exiliados en nuestra propia tierra?> >> > Para finalizar, Señora Presidenta, lo que señalo es un aporte al gobierno. > > La situación que vive el país se arrastra desde hace muchas décadas y > > continuar aplicando ésta política es suicida. Sabemos las dificultades que > > debe afrontar y que se deben dar pasos concretos hacia los cambios que el > > país necesita.> >> > Esta situación no se resuelve con paliativos y clientelismo político. Urge > > la necesidad de políticas dirigidas a recuperar la soberanía, la libertad, > > el derecho del pueblo a disponer de su patrimonio; de los recursos > > energéticos, la biodiversidad, el agua y la tierra.> >> > El retroceso que el país ha sufrido en las últimas décadas es alarmante. > > Es necesario superar el analfabetismo y las enfermedades endémicas, el > > hambre y evitar que se mueran niños, indígenas y ancianos. La seguridad > > pasa por implementar políticas sociales y cambios estructurales en el > > fortalecimiento de la soberanía nacional y vigencia de los derechos > > humanos desde su integridad.> >> > Escuche el clamor del pueblo y luche por la construcción de un nuevo > > amanecer, sabiendo que otro mundo es posible y que otra Argentina es > > posible. Tenemos expectativas a que se sume a la resistencia y > > construcción en la esperanza.> > Le reitero mi fraterno saludo> >> >> >> > Adolfo Pérez Esquivel> > Premio Nóbel de la Paz> >

jueves, 5 de junio de 2008

Leyendo lunas...

Manzana sola en la fuente,
¿qué hace sin Paraíso? . Nadie ve
su cicatríz amarga.
¿Me pregunta a dónde fue el secreto
de irse por tanta puerta
cerrada, alto el crepúsculo
firme, la cara que
sueña, sueña, sueña,
sin importar lo que perdió?.
En un rincón, el viento
mueve las sombras de las hojas.
Juan Gelman, "La Manzana"

sábado, 31 de mayo de 2008

MuSeO dE lA mEmOrIa en pcia. de Bs.As.

Ayer fué inagurado el Museo de la Memoria de la Provincia de Bs.As.
Entre otros concurrentes, estuvo el sr. Carlos Laforgue quien no pudo responder claramente a los compañeros presentes lo realizado a la fecha por la Secretaría de DDHH del gobierno Nacional a cargo del Dr. Luis Duhalde, respecto del Proyecto de Ley por la Reparación Histórica a la Resistencia Peronista. Su respuesta inicial a la compañera que lo interpeló fué:" parece que ud nació dentro un repollo"..´.
Aún intentamos decifrar al servicio de qué estuvo la ironía y soberbia del funcionario....
Lo que sí queda claro, es que, hay una intención de borramiento de ésa histórica y valiente epopeya a pesar que éste y otros funcionarios, con doble moral, se llenan la boca al momento de hablar de la Resistencia. Un infame uso que se evidencia en la ausencia de política de Estado respecto de los compañeros resistentes....
BATA DE MENTIRAS y de OPORTUNISMOS!.
Por UNA LEY NACIONAL DE REPARACIÓN HISTÓRICA A LA RESISTENCIA PERONISTA!!!.
Resistencia que usufructúan los progresistas del hoy.
eVa.

martes, 13 de mayo de 2008

Posible ley s/RESISTENCIA PERONISTA en Capital Federal...

Luego que el ejecutivo del Gobierno de la Cdad. Autónoma de Bs.As de Mauricio Macri anulara la Ley Conintes que aprobara la anterior legislatura porteña, la mesa de la Resistencia Peronista fué convocada en una oportuniddad por el Secretario de DDHH, Helio Ribot a fin de reveer dicha ley. En ésa oportunidad, alrededor de 15compañeros manifestamos nuestro rechazo a la desición del sr. Rodriguez Larreta y mantuvimos la consigna de seguir peleando por el reconocimiento de la Resistencia Peronista. Hemos recibido dos llamados del sr. Matías Echarri(DDHH del GCABA) quien nos solicitó un listado de los compañeros de la Resistencia en Capital. Informamos a los compañeros e hicimos una lista POSIBLE aclarando QUE NO ES DEFINITIVA.

Por éste medio queremos informar que: aquellas personas que quieran presentarse para legitimar la necesidad de ésta reivindicación a los resistentes y acogerse a la ley que estaría -según se nos dijo- en la voluntad política del sr. Secretario de DDHH hacer, COMUNICARSE CON SR. MATIAS ECHARRI de lunes a viernes de 10 a 17 hs. al teléfono: 4321-9960.

Gracias!